Una casa junto al lago
o sobre la espuma del mar
o a horcajadas en la curva de la luna
o en la estrella polar
mientras el viejo cuco
da las horas pasar.
Los antiguos vestidos
ya no sé ni dónde están,
ni los antiguos libros,
ni los antiguos amigos...
mas si sé que,
a partir de este momento,
las pérdidas no se volverán a acumular,
ahora que habito
en Villa Soledad.