En una caja
de cartón blanca
bastante grande,
bastante ancha,
de diversos colores,
tamaños, texturas,
de distintas procedencias,
autorías, fechas, corduras.
Preciosos renglones como tesoros guardados,
saludos y despedidas, tan amados.
Leídas y releídas
con el tiempo
caminando,
sin importar la distancia
ni otras circunstancias
ni el a veces desamparo.
Aunque también fuí amada
amé sin medida,
hasta quedarme seca,
sola, sin nada, vacía;
mas nunca sentido
como hasta ahora,
que ya no está aquella caja
con su precioso poema en la tapa
y una C bordada.
Ahora Ella me llena de Amor de nuevo,
a Dios gracias.