Ahora esa luz se está apagando,
tan sólo unos segundos titila
y aún así se ven las barcas
sobre el agua tranquila,
durmiendo también su noche
entre la barra y la orilla.
La estrella ya no está sola,
tiene buena compañía:
ya salen otras estrellas,
una más lejana,
otra algo más tímida.
Camino un trecho despacio,
más en mí, más segura;
de repente, me vuelvo,
tengo una nueva perspectiva.
Las barcas, una tras otra,
todas blancas y en línea
como surcando el mar
con globos de espuma en sus quillas.
Y protagonista en el cielo
la luna medio partía.
Madre Naturaleza: ¡maravilla!