La luz de unas velas,
bajo una luna partía,
en una noche estrellada,
en una noche encendida,
con una ráfaga de lluvia
de amor bienentendida,
con gotas de salvia
y una pizca de romero
y siempreviva.
La luz de unas velas,
blancas, rosas y amarillas
y el cantar de los cantares
rodando por mis mejillas,
un te quiero, tiernos besos,
cero pesadillas;
a la luz del umbral del cielo
en una noche nada sombría,
donde la paz en mí crece
junto al respeto
por mí misma.