Tomo la palabra en este instante
eterno a la vez que efímero,
original a la par y constante.
Tomo la palabra y la hago viento
para escribirlo con tinta indeleble
y cantarle al cielo,
mientras reparo,
una a una,
las cuerdas de mi instrumento,
bendiciendo con salud
cada una
de las maravillosas células
que conforman mi precioso cuerpo;
enriqueciéndome
de las más armónicas
notas musicales,
de la luz,
libre del miedo.
Tomo la palabra hoy
y, en silencio,
medito paso a paso,
con fundamento,
el cómo y el cuándo,
el hacer y el no hacer,
sin esfuerzo.
El Verbo,
conjugándolo
en tiempo perfecto
para dar
feliz continuidad a mi vida,
a mi cuento,
que está siendo publicado
a todas horas,
en todo momento,
en el perenne altar del Padre tiempo,
sito en la Catedral del Universo.