Llana, lisa, sin aristas;
como las olas besan la arena,
en cada orilla,
con su blanca espuma

así, la corriente de la vida
penetra en mí
llenándome sin fin de alegría,
puliendo,
con su quehacer constante,
en el día a día,
las formas de mi carácter,
de mi genio,
de la personalidad mía,
liberándome de impurezas,
vanalidades,
de vampiros e hiprocesías,
llevándome a la buena salud
de la manita,
convirtiéndome,
nuevamente,
en una feliz niña
que camina junto a su madre,
tranquila y protegida,
llana, lisa y sin aristas;
sintiendo bajo sus pies
la blanca y refrescante espuma
sobre la cálida orilla.