No llores mi niña linda,
no llores mi niña bella,
que no sólo espinas
tienen las rosas,
que después de la tristeza
llega la alegría
para anidar en tu tierra,
que el cielo
siempre sonríe de colores
tras las tormentas;
que no hay mal que cien años dure
ni que por bien no venga
y que tú sabes que la vida
es mucho,
mucho más que un puñado de días
o un echar cuentas.
Los vampiros ya se esfumaron,
se acabaron las pérdidas,
ya rota la maldad
en todo espíritu,
en cielo y tierra;
que siguen habiendo navidades,
buenas gentes, verdes valles
y gratas sorpresas.
Estos versos de cuna
bordados con luz de luna,
con cariño y serena,
son para tí, mi niña,
son para tí, mi princesa,
para que sepas bien dentro
que te amo
y que me amo sobremanera,
aprehendiendo,
siempre,
de cómo nos ama Ella.
A mi preciosa niña morena,
a mi preciosa niña buena.
Por siempre mía,
por siempre de ella.
Contenta.