Ay mi niña bella!
Ay mi niña valiente!
Recorría las callejas,
hasta las más ocultas y empedradas,
buscando el libro de la vida,
el que enseña la bondad innata.
Encontró por el camino
miles de brujas malvadas,
perros algo salvajes,
maestros que no lo eran,
seres que no amaban...
desolación, traiciones,
miserias e incluso ratas
hasta que... felizmente,
llegó el día en el que,
desde el centro de la creación misma,
la tocó la misma gracia;
se rompieron magias y hechizos,
maldiciones y abusos fueron desechos,
se liberó a mi niña de ganchos y posesos,
renaciendo de nuevo en la paz,
la buena fortuna y el silencio,
devolviéndola al camino correcto,
encauzándola hacia el bien de nuevo,
hacia el bien supremo;
sacándola del horror y del miedo,
de la preocupación y el sufrimiento.
Ahora no llora por las esquinas
ni cuando menos se lo espera
ni a cada momento.
Encontró su libro de la vida
y en un nuevo capítulo escribió
una palabra en su encabezamiento,
ahora con su mano izquierda,
con su bella letra y su corazón sincero.
Y dio gracias a la vida por poder hacerlo.
Soy mujer afortunada
pues a esta mi niña buena,
inseparable de mí,
por siempre
la llevo dentro.
Y le deseo y me deseo:
¡¡Feliz Año Nuevo!!
Y también todos los venideros.