y en tus cabellos grises,
en el antojo de tu cara
y en tus raíces.
Bebo del agua temprana
de la que tú
también
bebiste
y, en tus oraciones,
todos los días me envuelvo
para dejar de estar triste.
Gracias porque me amas;
gracias porque me pariste.
Me mezo en tus cantares
y en tu inagotable
Amor
que en mí,
para siempre,
VIVE.