Qué me queda
salvo el espacio entre líneas
y la mar serena
en noches como ésta,
en noches sin luna
aunque también
en noches con estrellas.
Qué me queda
salvo deseos dormidos
ahogadas ya las penas,
silencios que no se escuchan
torturas internas...
aunque también
mucha vida sin miserias.
Qué me queda
en el correr de las estaciones
salvo sonrisas y lágrimas
y recuerdos
-no sólo de dolores-.
Qué me queda
tras cobrar plena conciencia
salvo páginas en blanco,
borrones y cuentas nuevas;
también
mi rescatada inocencia
en mi bendita
y divina
presencia.
Qué me queda
salvo notas de guitarra
afinadas las cuerdas,
salvo rotas cadenas
que felizmente me liberan
de la prisión de mi condena
que, en parte,
fué también
autoimpuesta.
Tras todo eso...
qué me queda,
salvo amarme
de veras
día a día,
por mí misma
y por Ella.
También
ver sana
a la Madre Tierra.