Cómo hacerlo, cómo poder hacerlo.
Caminar sobre las calles sin ver el paso del tiempo.
Seguir amando, incluso a esa gente.
Cobarde, necia e ignorante en algunos espejos.
Cómo seguir amando, querido Dios, cómo hacerlo.
Cómo no desear la muerte a los que tanto mal han hecho,
aunque ya sólo lo haga en muy pero que en muy contados momentos,
pues, por sobre ese mal, yo misma ahora me elevo.
Piso con mis pies despiertos la serpiente
y aún así la compadezco.
En otra hora diste tu sangre por los seres
y demostraste que no hay muerte,
que no hay muerte para lo verdaderamente luminoso, sano y bueno,
que en el corazón de cualquier ser, incluso humano, vibra y se enciende
y que es la misma llama de ese Amor que verdaderamente todo lo puede.
Llama en la que me abraso hasta por completo purificarme.
Llama en la que rezo por mi bien y el de mi Santa Madre.
Llama de colores, rosa de estandarte;
Fénix alado que me ayuda a rezar alabándote.
A juntar, con ese fuego, el agua maravillosa
que en forma de lágrimas puras por mi discurre.
Otra noche.
Cómo hacerlo, querido Dios,
cómo hacerlo esta vez apartando el cáliz.
Pues la era de los sacrificios aquí acaba
gracias al Amor, que libre, así lo quiere y declara,
liberando de todo mal a la buena voluntad,
tanto en el Cielo como en la Tierra,
a esa humanidad que era esclava.
Así será y que así sea.
"¡Que sea pronto, Padre!", dice mi niña pequeña.
"Pronto será mi niña linda, más ahora, ten paciencia".
"Quítate esa máscara y respira. Muéstrate en tu belleza, como esa luna bendita que, aún llena, va camino de convertirse en una maravillosa luna nueva. Y perdona por todo lo que te hice. Nunca antes había roto mis cadenas".
La noche se arrulla en silencio, obviando el paso del avión o avioneta.
Alguien duerme en otra parte. Y muchos mueren para el mal porque ahora es el Bien quien los despierta, el que toma el mando y al Amor abre la senda.
Gracias a todo lo que me inspira a ser humana, sana y perfecta .
Gracias al Dios de la Vida y a la Paz, inmortal y eterna; esa Paz que en mí, desde niña mora, regalo de mis ancestros y ancestras y que, con la gracia bendita, vine a sembrar a esta Tierra. No consiento que nada ni nadie marchite sus frutos y flores nuevas. ¿Nadie les enseñó que no pueden ser cortadas las flores y menos tratar de someterlas con cadenas? Es por ello que escribí esta noche estas líneas que, en mi caso, personal e intransferible, no son sólo unas meras palabras, superficiales o vanas. Dios lo sabe, yo lo sé y también aquel con el que estas líneas acaban. Abran paso, hombres y mujeres del mundo, hoy (8.8.20) se pone en pie la Esperanza.
Anna.