He aquí un maravilloso y excelente poema, delicado, sutil, fuerte, perfecto, que hace años musiqué porque ¡me encanta! Que es uno de mis estandartes, desde la adolescencia cuando aún, solamente en sueños, militaba. En pro de la Justicia, de la Vida, de la Bondad, de la Paz y... ahora, también de la Salud y la Esperanza.
Paz y palabra, frente a muerte y censura.
Con obras maestras como esta, este autor se convirtió en uno de los referentes máximos de la que se vino a denominar "poesía social" en los años 50 en España, que lloraba amargamente, entre otras cosas, por lo que una cruenta fraterna guerra dejaba...
Quién le diría ahora, a él como a muchos otros y otras, que lo que antes representaba para ellos el "franquismo", en los tiempos que corren, sería encarnado por gentes sin gusto, respeto ninguno y absolutamente mediocres, que dicen llamarse de "izquierdas" -mancillando con ello también hasta ese "nombre"-, y que ni tan siquiera son ya pro saharauis, como "tradicionalmente", pero sí mecanismos dirigidos de censura autoritaria y coacción ciudadana.
¿Qué hubiera pensado este intelectual donde se precie, tan creyente y defensor de la "democracia" ante todo lo que hoy ocurre, sinceramente? A lo mejor hasta se hubiera vuelto hacia el Valle de los Caídos y hubiera declamado unas palabras, tales como por ejemplo, aquellas que escribió en el poema titulado "Labor":
Paz para la pluma y para el aire.
Paz para el papel y para el fuego.
Paz para la palabra y para la tierra.
Paz para el pan y para el agua.
Paz para el amor y para la causa.
Paz para el pensamiento y para el camino.
Paz para la semilla y para el tomo.
Paz para la obra y para el hombre.
Y por si acaso, libero "causa" y "obra" de contenidos políticos, incluso masónicos, que a ver si dejamos de intentar poseer las cosas que para bien nacieron, para bien y para ser libres, como la poesía que, en todo caso está, para servir a los más excelsos ideales de la evolución de mujeres y hombres, esto es, de la Humanidad.
Al contrario que Blas de Otero, yo no maldigo pero recordemos, en ese sentido antes dicho, lo que escribió este gran autor de nuestras letras, acerca de estos términos y de este género -literario, más palabras que liberamos, como digo, por si acaso-. Lean y miren si no es actual, útil, solidario de verdad y más que válido, el mensaje en las siguientes palabras de Blas de Otero -dos párrafos después de este, entrecomilladas-.
Por cierto, por decir algo similar -como mujer poeta- y por mi misma -sin sacarlo de la obra de nadie- en un foro "supuestamente progre y literario" de Las Palmas, hace unos años, un señor que se dice a sí mismo poeta porque tiene un par de libros publicados, dijo que eso no era poesía, que para eso no está la poesía ni nunca lo ha estado. Pero lo estará, a Dios y a los que tenemos el honor de escribirla, por sentirla de verdad, gracias.
He de reconocer que tardé un poco, dada mi humanidad, en perdonar a ese ignorante porque entendí que no es tan rico como yo misma en fuentes y es que posiblemente no se habrá leído, -demostrando su escaso, por no decir nulo y nada ilustrado conocimiento, acerca de este concreto asunto- a escritores como Roberto Santoro, como Gabriel Celaya o como al que hoy aquí recordamos, invocamos, homenajeamos: Blas de Otero. Gracias, gracias a que no estoy sola, ni en la poesía, ni en el "empeño".
"Estamos tocando fondo. Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse. Hago mías las faltas. Siento en mi a cuantos sufren y canto respirando. Canto y canto, y cantando (me salgo) de mis penas personales, me ensancho. Quisiera daros vida, provocar nuevos actos, y calculo por eso, con técnica que puedo. Me siento un ingeniero del verso y un obrero. Que trabaja con otros a España en sus aceros (...) No es una poesía a gota a gota pensada. No es un bello producto. No es un fruto perfecto (...) Son lo más necesario: lo que no tiene nombre".
Díganme, después de leer esas frases, si este autor es o no un hombre grande. Ojalá aparezcan así hoy muchos. Y mujeres. Y mayores. Y jóvenes. Para que nos libren de este sacrificio, ante el ara de lo mentiroso y cobarde, que querían hacer con los españoles -y con los seres humanos por ende- un conjunto de "personas" por las que, en otros momentos de nuestra querida, sufrida y también celebrada, historia, lucharon, como esta, personas tan grandes. Si se levantaran de sus tumbas -que a este paso a lo mejor hasta lo hacen para evitar que los y las profanen, como ha venido estando de moda, según parece- se llevarían un desengaño pero grande, como muchos y muchas nos hemos llevado en los últimos meses, tiempos, años...
Pero mejor despiertos y conscientes para acabar con todo lo que, de verdad, no nos ame.
Dínoslo, por favor. Ayúdanos, poeta de nuestra alma. Por favor, Blas, levanta esa honorable cabeza "y anda". Te lo pide de corazón una humilde "aprendiz de poeta" que lo que más quiere es vivir y que otros -todos, casi todos, los que sean- vivan de una forma verdaderamente buena y Sana y que, para ello, siempre con tu permiso, desde hace años, no pide sino que toma, "la paz y la palabra".
Seguro que algunos de ustedes, queridos lectores, lo conocen pero para los que aún no hayan tenido el placer de leerlo, aquí lo pongo. También para recordarlo y recordárnoslo... quizá oportunamente, debido a estos tiempos que corren y que a ver si dejan de seguir corriendo.
Deseo lo mejor de lo mejor -sólo para lo verdaderamente bueno-. Para eso vivo y escribo y, de vez en cuando, también leo otros versos. Que me inspiran, que me enseñan. Porque... es de necios pretender que sólo el discurso de uno sea el único y menos, si para bien no es, impuesto.
Anna.
19.7.20
Escribo
en defensa del reino
del hombre y su justicia. Pido
la paz
y la palabra. He dicho
«silencio»,
«sombra»,
«vacío»
etcétera.
Digo
«del hombre y su justicia»,
«océano pacífico»,
lo que me dejan.
Pido
la paz y la palabra.
en defensa del reino
del hombre y su justicia. Pido
la paz
y la palabra. He dicho
«silencio»,
«sombra»,
«vacío»
etcétera.
Digo
«del hombre y su justicia»,
«océano pacífico»,
lo que me dejan.
Pido
la paz y la palabra.
... Pero tú, Sancho Pueblo,
pronuncias anchas sílabas,
permanentes palabras que no lleva el viento...
Blas de Otero.
"Pido la paz y la palabra".
Fragmentos. 1995