En los renglones torcidos
de los más bellos cuentos,
entre sílabas sin medida
alzo mi propio verso.
Alzo mi voz no dormida
y mi andar aún despierto.
Me alzo en pro de la vida
gracias a que no he muerto.
Entre sábanas dormidas
y Cristos sin lamentos,
entre espuma de mar y océano.
Entre el sol del mediodía
y los alisios, los vientos,
entre tierra ocre y rica,
construyo mis fundamentos.
Viva la tarde longeva
y el tenor del canto no efímero.
Levanto mi voz en silencio.
Sanando mi cuerpo físico.
Amo la vida y la ensalzo
en más de "cuatro caminos".
Duermen trenes y, a lo lejos,
la vida me devuelve lo lindo.
Suena el arpa desechada
en aquel rincón del olvido.
Tarantos y panderetas,
guardianes de Dios,
Ángeles míos.
En los renglones vacíos
escribo.
Un mundo nuevo.
Y sonrío.
Anna
9.3.20