Sigo siendo una niña
aunque quizá algo grande.
Y he de seguir mi vida,
ahora ya sin mi padre.
Miro al miedo
cara a cara,
a ese miedo profundo
que en mi ya no se expande.
Y le digo que,
aunque soy pequeña,
en mi propio amor
soy más Grande.
Que lo supero,
que lo libero,
que ya no quiero
aquello que no me sane.
Que he aprehendido y aprendo
a admirar el sol de la tarde.
a dar gracias por cada suspiro,
por cada corazón que se abre.
Que ya todo lo perdono.
Que amo incluso hasta a mi madre
y la acepto.
Que el dolor se amortigua,
que no soy nada cobarde,
ahora libre, viva, ya en mi cuerpo.
Que lo voy a echar de menos.
Que sus ángeles lo acompañen.
Que soy buena. Y honesta.
Y Merezco.
Que el Universo me ame
y me colme de Respeto.
Adiós en y a tan aciagos tiempos.
Gracias por auparme
y llevarme hasta el mismísimo Cielo.
¡Que Dios te guarde!
¡Que Dios te guarde!
Aquí en la Tierra:
Te amo, Padre.
(Como en el Cielo)
Anna
19.3.20