Veinte minutos más de la cuenta
tardó en pasar de la risa al llanto
aquella niña contenta
una tarde de sábado
en la Avda. de Las Canteras.
Parecía increible, es cierto,
todo lo sucedido,
parecía de chiste, por cierto;
no tenía ningún sentido:
aquel muchacho había...
desaparecido.
Por 20 minutos!! ¿A ella?
¿Precisamente por veinte minutos
a ella no la esperó?
Se arrepentiría, seguro
pues se había equivodado.
¡Por Dios!
Aquella niña preciosa
tenia la virtud y el don
de ser generosa.
Se merecía su atención;
su respeto, su amor.
Tiempo había regalado
siempre a manos llenas.
Entonces...
¿no era justo que por
20 minutos la esperara?
¡Qué pena!
Quiera Dios que la última
a enterrar sobre la arena.
¡Quién sabe!
Cuando algo ocurre
dicen que por bien pasa.
Y...
¡qué poco aguante tuvo ese hombre!,
joder.
Y que bueno ahora que no la -me-
esperara.
Ojalá esta buena niña
encuentre un chico que le haga bien,
un hombre que quiera, pueda y...
sepa amarla;
que de tristeza no le haga derramar ninguna lágrima,
que no le mida las palabras,
que no traiga ni un yo te dije ni te diré;
que ni tan siquiera cuente el tiempo que ha de esperarla
mientras...
ella acepta y se acepta, se atreve y...
de nuevo,
se viste de Mujer.
Anna.
P.D.: A mi "niña feliz", de esta mujer que aquí escribe.
(Sí, es un pequeño "aprendiz de poema" que nació frente al mar, en mi amada playa de Las Canteras, para mí... para animarme a mí misma y recuperar, una vez más, mi linda sonrisa).