Me quitaré la mordaza que aprisionaba mis sueños.
Sacudiré al gigante dormido de la virtud de mis ancestros
para que me ayude a alzar la voz, libre de sufrimiento.
Rescataré la odisea para darle un feliz final nuevo.
Desharé los enredos del hermoso tapiz
que conforma mi vida, mis sueños,
liberándola, sacudiéndolos para siempre del miedo.
Y me elevaré, me elevaré siempre en gracia
así en la Tierra como en el Cielo.
Seré grande como Dios quiere que sea.
Seré la iluminación completa. La fortaleza.
Seré una guitarra preciosa con todas sus cuerdas,
un arpa en un rincón no dormido,
la más perfecta sinalefa.
Y dejaré de llorar por mi, pues sanan mis penas.
Quizá por los demás aún derrame algunas lágrimas
para que se reduzcan, sean leves o incluso curen sus condenas.
Las cadenas ya se han disuelto. Podré volar de nuevo.
Mi corazón deja de estar roto.
El viento me acompaña. Los mares y los océanos.
El Todo.
Estableceré mi reino también en este mundo
para que el mundo sólo pueda ser, de verdad, sano y bueno.
La paz florece y florecerá a cada uno de mis pasos
y poblará las aldeas, los valles, todas las ciudades, los campos.
Ya no habrá más violaciones, ni terrorismos, ni robos ni malostratos.
Sólo los buenos espíritus visitarán mis espacios.
Reclamo el Universo como mío puesto que es uno de mis divinos regalos.
Y corro presta a preparme cada día más, para bien cuidarlo.
Un esfuerzo constante. Un esfuerzo amado.
Que ya no pesa. Que me engrandece.
Que trae siempre buenos resultados.
Que Dios, como su maestra, me libera.
¡Que estoy viva, no muerta!
Bendito sea lo que no es necio ni vano.
Arrojaré de mi todo infortunio.
Amo y amaré.
Mi divina presencia.
Mi Tao.
Y me sentiré agradecida
por todos y cada uno de los segundo de mi vida,
de mis regalos, de mis milagros.
De hecho ya me siento.
Agradecida. Perfecta.
De hecho ya me siento.
Libre y Eterna.
Contenta. Completa.
Hija de mi Madre, de la Diosa, de la Tierra.
Hija de un bello árbol llamado Inocencia.
Caminando bajo la luz de la Suprema Conciencia.
Hija del Cielo, hermana de las Estrellas.
Yo, Ana Manuela García Contreras.
La amiga que nunca falla.
La Paz sobre la Tierra.
Gracias Dios por sanarme.
Gracias Dios por la belleza.
Gracias por el don de la palabra,
por la humildad que en mi reza.
Por estos versos que intentan ser
aprendices de poema.
Gracias Dios por hacerme
a tu imagen y se-me-jan-za:
Sencillamente Buena.
Anna.
3.3.17
