Lo eché todo por la borda.
Era tan grande el dolor
y la pena tan honda
que su extensión no cabría
ni en un millón de odas.
Por la borda.
Nada quedó
ni unas migajas siquiera,
ni una triste calavera
que diera fe
de aquello
pero...
el cielo ahora es claro
y el sol sigue saliendo
iluminando
mis pasos,
acariciando con sus rayos,
en cada uno,
este cuerpo mío
que todavía sigue vivo
tronco de un bendito árbol
iluminando mi camino;
de nuevo anclada
en tierra
tras el
naufragio.
Era tan grande el dolor
y la pena tan honda
que su extensión no cabría
ni en un millón de odas.
Por la borda.
Nada quedó
ni unas migajas siquiera,
ni una triste calavera
que diera fe
de aquello
pero...
el cielo ahora es claro
y el sol sigue saliendo
iluminando
mis pasos,
acariciando con sus rayos,
en cada uno,
este cuerpo mío
que todavía sigue vivo
tronco de un bendito árbol
iluminando mi camino;
de nuevo anclada
en tierra
tras el
naufragio.