La niña ya pinta canas,
el viento fue su castigo,
por el jardín, antaño un desierto,
el olor a limones la llena de olvido.
Su cara ya es un retrato
hecho con nubes negras,
luciendo en un cielo antes azul,
espejo cóncavo y con grietas.
Ajado, el viejo noble,
amante de la niñera,
oculta sus emociones
aquella tarde ligera.
Ella ensaya sonrisas
rescatando su belleza.
Él, elegante ayer, hoy sombra,
aún quiere jugar con ella;
ahora que nadie le llora,
ahora que nadie le espera.
No hubiera querido ser testigo
del paso del tiempo,
de sus lentos andares,
de sus flacos huesos.
Me refrescaban el alma
en la fuente, sus encuentros,
esos giros de enaguas,
la lluvia sobre sus cuerpos;
deslizándose el uno en el otro
sin diferencias ni atrezos.
Hoy ya no son los de antes,
esos amantes no existen,
esos amantes que fueron,
esos amantes que han sido.
Grupo. Texto 8.
19.2.18
"Taller de Escritura.
El Corte Inglés".